' Absorto - El Nuevo Paradigma Ecológico

El Nuevo Paradigma Ecológico

por Fritjof Capra

Cada vez se hace más evidente que los mayores problemas de nuestro tiempo no pueden comprenderse aisladamente. La amenaza de guerra nuclear, la devastación progresiva de nuestro entorno natural y la persistencia de la pobreza junto al progreso -incluso en los paises más ricos- no son problemas aislados. Son diferentes aspectos de una misma crisis, que es esencialmente una crisis de percepción.

La crisis deriva del hecho de que la mayoría de nosotros, y en especial nuestras instituciones, seguimos los conceptos y valores de una visión del mundo ya caduca, una visión que es inadecuada para afrontar los problemas de un mundo como el nuestro, superpoblado, interdependiente. Pero, al mismo tiempo, distintos movimientos sociales y numerosas redes alternativas estan desarrollando una nueva visión de la realidad que habrá que constituir la base de la tecnología, la economía y la sociedad futuras.

Crisis y Transformación

Nuestro tema, por consiguiente, es el cambio fundamental que actualmente se esta produciendo en el modo de ver del mundo por parte de la ciencia y de la sociedad, un cambio de paradigma que implica una profunda transformación cultural. El paradigma vigente ha dominado nuestra cultura durante varios siglos, ha ido formando laa sociedad occidental moderna y ha influido significativamente en el resto del mundo. Este paradigma consiste, entre otras cosas, en la visión del universo como si fuese un sistema mecánico compuesto de bloques elementales; la visión del cuerpo humano como si fuese una máquina; la visión de la vida social como si tuviese que ser forzosamente una lucha competitiva por la existencia; la creencia en el progreso material ilimitado, que debe alcanzarse mediante el crecimiento económico y tecnológico; y la creencia de que le sometimiento de la mujer al hombre es consecuencia de una ley básica de la naturaleza. En los últimos decenios, todas estas suposiciones se han visto severamente puestas en tela de juicio y necesitadas de una revisión radical.

La visión mecanicista del mundo

La visión mecanicista del mundo la desarrollaron en el siglo XVII Galileo, Descartes, Bacon y Newton, entre otros. Descartes basaba su visión de la naturaleza en la división fundamental en dos reinos separados e independientes: el espiritu y la materia. El universo material, incluyendo el organismo humano, era una máquina que, en principio, podía entenderse completamente con sólo analizar separadamente sus partes más pequeñas. La metáfora central de Descartes era el reloj, que por aquel entonces había alcanzado un alto grado de perfección y se consideraba la máquina definitiva. Por eso escribia Descartes sobre el cuerpo humano: "Considero el cuerpo humano como una máquina. Mi mente compara un hombre enfermo y un reloj mal construido con mi idea del hombre sano y el reloj bien construido."

El entusiasmo de Descartes y sus contemporaneos por la metáfora del cuerpo con el reloj tiene un paralelo interesante en el entusiasmo que tantas personas hoy experimentan ante la metáfora del cerebro humano como ordenador. Lo mismo que la metáfora cartesiana del cuerpo como reloj, la metáfora del cerebro como ordenador se encuentra ya desfasada. Nuestro cuerpo ejecuta a menudo funciones semejantes a las de una máquina; pero no es una máquina, es un organismo vivo. Puede parecer que nuestro cerebro actúa como un ordenador, pero no es un ordenador; también el cerebro es un organismo vivo. Y desde que la informática emplea expresiones como "inteligencia", "memoria" o "lenguaje" para describir los ordenadores, tendemos a pensar que todo eso se refiere a fenómenos humanos. Este malentendido ha hecho que la informática perpetúe e incluso refuerce la imagen cartesiana del ser humano como máquina.

Como humanos, afrontamos problemas que nisiquiera las máquinas más sofisticadas serán jamás capaces de captar, y nuestro modo de pensar y de comunicarnos es absolutamente distinto del de un ordenador. Por consiguiente, debemos trazar una distinción clara entre la inteligencia humana y la inteligencia de una máquina. La inteligencia humana, los juicios humanos, la memoria humana y las decisiones humanas nunca son completamente racionales, sino que estan siempre teñidas por las emociones. Nunca podemos separar la racionalidad humana de la emoción, ni tampoco de la intuición. Por otra parte, nuestro pensamiento se ve siempre acompañado de sensaciones y procesos corporales. Incluso, si a menudo tendemos a suprimirlos, siempre pensamos tambien con nuestro cuerpo. Pero los ordenadores no tienen tal cuerpo, y los problemas verdaderamente humanos resultaran siempre ajenos a su inteligencia. Estas consideraciones implican que ciertas tareas nunca deberían dejarse a los ordenadores: todos los trabajos que requieren cualidads genuinamente humanas como la sabiduría, la compasión, el respeto, la comprensión o el juicio. Las decisiones que requieren tales cualidades humanas -como las que efectúan un juez o un general- deshumanizarían nuestras vidas si quedasen en manos de los ordenadores. En particular, el empleo de ordenadores en el campo de la tecnología militar debería reducirse radicalmente.

Dominio y control

La visión mecanicista y fragmentada es una característica básica de la caduca visión del mundo. Otra es la obsesión por dominar y controlar. En nuestra sociedad, el poder político y económico se ejerce mediante una élite jerárquicamente estructurada. Nuestra ciencia y nuestra tecnología se basan en la creencia de que la comprensión de la naturaleza implica el dominio de la naturaleza por parte del hombre. Empleo la palabra "hombre" a propósito, porque me refiero al importantísima conexión entre la visión mecanicista que la ciencia tiene del mundo y el sistema de valores patriarcal, la tendencia masculina de querer controlarlo todo.

En la historia de la ciencia y la filosofía occidentales, esta conexión aparece en el siglo XVII. Antes de la revolución científica de Galileo, Descartes, Bacon, Newton, la ciencia tenía como objeto la sabiduría, la comprensión del orden natural y el vivir en harmonía con ese orden.

A partir del siglo XVII, el objeto de la ciencia ha sido el conocimiento que pueda emplearse para controlar, manipular, explotar la naturaleza. En la actualidad, tanto la ciencia como la tecnología se utilizan principalmente para fines que resultan peligrosos, perjudiciales y profundamente antiecológicos.

El callejón sin salida de la economía

Para dar otro ejemplo de las limitaciones del pensamiento cartesiano me gustaría hablar ahora de la economía. La mayoría de economistas caen en el error de ignorar que la economía es simplemente un aspecto de una totalidad ecológica y social. Los economistas tienden a disociar la economía del contexto en que está inmersa, y la describen con modelos extremadamente simplistas e irreales.

La economía se ve reducida a su vertiente monetaria. Según la economía convencional, sólo el aspecto monetario es accesible al análisis económico. Todo lo demás se califica de "externo" y se excluye del marco teórico. Así, los conceptos económicos básicos se encuentran miopemente definidos y se usan ignorando su amplio contexto social y ecológico. Este marco reduccionista ha conducido a la economía a un callejón sin salida. La mayoría de los conceptos y modelos económicos ya no resultan adecuados para describir o proyectar fenómenos económicos en un mundo ante todo interdependiente, y las actuales políticas económicas ya no pueden resolver nuestros problemas.

Este marco reduccionista de la economía convencional ha producido una orientación fundamentalmente erronea de las políticas económicas. Lo esencial en ellas es la consecución del crecimiento económico, entendido como incremento del producto nacional bruto, es decir, desde el punto de vista exclusivamente cuantitativo de llevar al máximo la producción. Se acepta así que todo crecimiento es bueno y que un mayor crecimiento es siempre mejor. Uno se pregunta, al oír tales cosas, si estos economistas han oído hablar alguna vez del cáncer.

El nuevo paradigma

Con estos ejemplos, a los que podríamos añadir muchos otros, he tratado de ilustrar las limitaciones del modo de pensamiento mecanicista y patriarcal en la ciencia y la sociedad actuales. El cambio al paradigma de la ecología profunda resulta ahora crucial para nuestro bienestar (¡Incluso para nuestra supervivencia!), y tal cambio se está produciéndo ya. Los científicos de vanguardia, varios movimientos sociales y numerosas redes alternativas están desarrollando una nueva visión de la realidad que constituirá la base de las tecnologías, sistemas economicos e instituciones sociales del futuro.

En el campo de la ciencia, la teoría general de sistemas, que surgió de la cibernética en los años 40 pero que no se desarrollo plenamente hasta estos últimos diez años, nos proporciona la formulación científica más apropiada del paradigma ecológico. Los sistemas naturales son totalidades cuyas características surgen de las interacciones y la interdependencia de sus partes. Las propiedades sistémicas se ven destruídas cuando física o teóricamente se disecciona el sistema en elementos aislados. Aunque en todo sistema podemos discernir partes individuales, la naturaleza de la totalidad es siempre distinta de la mera suma de sus partes.

El modo de pensamiento que denominamos sistémico o ecológico, tiene numerosas implicaciones que no sólo son importantes para la ciencia y la filosofía, sino también para la sociedad y nuestra vida cotidiana. Influirá en nuestra actitud ante la enfermedad y la salud, en nuestra relación con el entorno natural y en muchas de nuestras estructuras sociales y políticas. Me gustaría ilustrar estos cambios con el ejemplo de la economía.

Economía verde

La aplicación de la visión sistémica a los procesos y actividades económicos es urgente porque practicamente ninguno de los problemas económicos de hoy puede entenderse con el enfoque fragmentador de la ciencia cartesiana. El enfoque sistémico proporciona a los economistas la perspectiva ecológica que tan urgentemente necesitan. Según este enfoque, la economía es un sistema vivo compuesto por seres humanos y organizaciones sociales en continua interacción con los sistemas ambientales de los que nuestras vidas dependen.

Durante los últimos diez años ese nuevo enfoque de los problemas económicos ha ido emergiendo lentamente. Todavía no es una teoría económica completamente elaborada, pero sus conceptos e ideas básicos resultan ahora bastante evidentes*.

El objetivo del nuevo pensamiento económico, igual que en la economía convencional, es favorecer el desarrollo. Sin embargo, a este concepto se le da ahora un sentido distinto. En lugar de definirlo como la consecución del máximo de producción y consumo, se lo define como la consecución del máximo de bienestar humano. El bienestar humano tiene que ver con la salud y con las necesidades humanas; con las cuestiones mentales, emocionales y espirituales; con equilibrios sociales y ecológicos.

Nuevos valores

A muchos aspectos de este concepto cualitativo del desarrollo económico no se les puede dar un valor monetario; esto nos lleva un aspecto muy importante del actual cambio de paradigma, la cuestión de los valores.

El giro hacia una nueva visión del mundo y un nuevo modo de pensamiento va de la mano con un cambio profundo de valores. Para mi resulta fascinante la llamativa conexión entre el cambio de pensamiento y el cambio de valores. Ambos pueden considerarse como un cambio de la autoafirmación hacia la integración. En cuanto al pensamiento, podemos observar un cambio de lo racional a lo intuitivo, del análisis a la síntesis, del reduccionismo al holismo, del pensamiento lineal al pensamiento no lineal. Quiero hacer incapié en que el objetivo no es sustituir un modo por el otro, sino más bien pasar del énfasis excesivo puesto en cualquiera de los dos a un mayor equilibrio entre ambos.

En el terreno del sistema de valores, observamos el correspondiente cambio de la expansión a la conservación, de la cantidad a la calidad, de la competición a la cooperación, de la dominación y el control a la no-violencia.

La cultura naciente

Los nuevos valores, junto con las nuevas actitudes y los nuevos estilos de vida, están siendo promovidos por gran número de movimientos: los movientos ecologistas, pacifista y feminista, el movimiento de la salud holística y el potencial humano, distintas corrientes espirituales, numerosas iniciativas ciudadanas, movimientos en favor del Tercer Mundo o de la liberación étnica, y otros muchos movimientos de base. Desde principios de los ochenta, algunos de estos movimientos han comenzado a coaligarse reconociendo que representan distintos aspectos de una misma y nueva visión de la realidad y empezando a formar una poderosa fuerza de transformación social. El éxito político del movimiento verde europeo es el ejemplo más notable de este proceso de coalición.

Ha esta fuerza social emergente la he denominado "cultura naciente", basándome en la descripción que da Arnold Toybee del nacimiento y caída de las civilizaciones. En la transformación actual, la cultura en declive -representada por los partidos políticos establecidos, las grandes multinacionales, las grandes instituciones académicas, etc.- sigue todavía dominando la escena. Se niega a cambiar, aferrándose de manera todavía más rígida a sus ideas periclitadas. De todos modos, como está basada en un marco de conceptos y valores que ya no son viables, la cultura hoy dominante declinará inevitablemente y a largo plazo se desintegrará. Las fuerzas culturales que representan el nuevo paradigma, por el contrario, seguirán creciendo y con el tiempo acabarán dominando.

Este proceso de transformación es ahora claramente visible en nuestra sociedad, y cada uno de nosotros puede sentirlo también como una transformación interior. Surge una pregunta: ¿Habrá tiempo suficiente? ¿Podrá darse el giro decisivo lo bastante pronto para salvar el mundo? Como respuesta me gustaría citar al difunto E.F. Schumacher, autor de Lo pequeño es hermoso y profeta del movimiento ecologista:

"¿Podemos confiar en que ese giro lo efectuará suficiente gente y lo bastante pronto como para salvar al mundo moderno? esta pregunta la escuchamos a menudo, pero no importa cuál sea la respuesta, pues nos desorientaría. La respuesta 'Sí' nos llevaría a la autocomplascencia, mientras que la respuesta 'No' nos conduciría al desespero. Es preferible que demos la espalda a tales perplejidades y nos pongamos a trabajar".

Capra, Fritjof. "El nuevo paradigma ecológico", en Nueva conciencia . P.p. 28-31. No. 22; año 1991.

absorto@sdf.org | WebLog | Transición | |-|4><0r